Este 3 de Agosto tuve la oportunidad de asistir al Seminario
“Oportunidades de la Formación Inicial Docente en la Era Digital”*
Los invitados principales eran Mario Brun (investigador de gran experiencia en el área) y Christian Sánchez del CPEIP (Mineduc). Además, Brenda Lara y Patricia Castillo nos invitaron a participar en un estimulante concurso para estudiantes de pedagogía. En esta entrada me centraré en la exposición de Brun que nos ofreció algunas claves bastante interesantes sobre la innovación educativa.
“Oportunidades de la Formación Inicial Docente en la Era Digital”*
Los invitados principales eran Mario Brun (investigador de gran experiencia en el área) y Christian Sánchez del CPEIP (Mineduc). Además, Brenda Lara y Patricia Castillo nos invitaron a participar en un estimulante concurso para estudiantes de pedagogía. En esta entrada me centraré en la exposición de Brun que nos ofreció algunas claves bastante interesantes sobre la innovación educativa.
Después de algunas palabras de bienvenida y de ver como se
repletaba el lugar de docentes, estudiantes, investigadores del área, en
resumen gente interesada por mejorar la educación (clima que siempre me da un
optimismo vital), llegó el turno del primer expositor, el argentino Mario Brun.
En primer lugar nos advirtió que no venía a mostrarnos cifras de estudios sino
más bien a presentarnos una serie de claves que le parecían interesantes. Así,
de lo relatado por Mario, me gustaría resaltar una serie de ideas, darles una
interpretación e invitarlos a que luego me den su visión sobre estos asuntos.
No explotamos
correctamente los estudios ya existentes
Mario hizo hincapié en una idea que cabe considerar y que
tiene que ver más que nada con un problema metodológico a nivel científico en
los estudios educativos. Y es que las investigaciones de considerables
dimensiones que se han hecho sobre nuevas tecnologías en educación estas
últimas décadas desde organismos como la OECD u otras organizaciones
importantes, en su opinión, no parecen haber sido lo suficientemente explotadas
por los investigadores. Es decir, aunque son estudios que ofrecen suculentos
datos con un gran potencial para extraer información de ellos, parecen haber
sido analizados bastante poco y dar como resultado unas reducidas conclusiones
que no se equiparan a la magnitud de los estudios.
Con ello, nos planteaba la pregunta ¿cómo usamos estos datos
entonces? Sus consejos para explotar mejor los datos disponibles fueron varios:
-
Enfocarse
más en los usos que en los datos en sí. Es decir, cambiar la mirada
cuantitativa, a la que a veces nos empujan las cifras, que aunque son también
descriptivas de la situación pueden en ocasiones darnos ideas erróneas de lo
investigado. Por ello habría que tener una mirada más compleja y poner atención
en los usos, su evolución, su contexto. Es decir por qué funcionó (o no) algo
en ese lugar específico y cómo ha sido su evolución.
-
Contextualizar:
También se enfatiza la idea, que comparto profundamente, que es siempre
contextualizar para interpretar. Mario señalaba que muchas veces se toman los
datos sin considerar la zona geográfica, población, tipo de escuela, y los sin
fin de particularidades. Dio incluso un ejemplo muy gracioso: que un médico
pusiera el termómetro en la boca a un paciente y al ver que tiene fiebre le
aplicara hielo en la boca bajando efectivamente la temperatura pero sin
solucionar nada. Pues ese precisamente era el peligro de no tener una mirada
más holística de los datos.
-
Una
errónea actitud competitiva.
Otra de sus observaciones tienen que ver, a mi entender, con un problema de actitud por parte de los investigadores, de quienes hacen políticas públicas y de nuestra sociedad en general y se relaciona bastante a la excesiva competitividad y ansiedad que nos afecta como cultura. Y es que a veces parecemos incapaces de valorar lo que sí se ha hecho bien. No se trata de ser conformistas ni ridículamente triunfalistas, sencillamente de evaluar sinceramente los pasos que se han dado bien o mal para entender el proceso y ver por donde hay que seguir, en qué hay que retroceder o en qué nos falta mucho. Muy distinto a esto, en Chile solemos compararnos compulsivamente a países de contextos tremendamente distintos y desvalorizar el enorme trabajo que sí se ha hecho. Que seamos un país líder en la región con respecto a las experiencias innovadoras en TIC no cayó del cielo sino que hubo mucha gente que trabajó por ello, y si no entendemos eso y no se reconoce el trabajo de la gente será difícil que se siga estimulando a los investigadores, administrativos o docentes para las próximas innovaciones. Esta misma actitud negativa y sesgada nos impide también ver este trabajo de mejoras educativas como un PROCESO, y más bien lo consideramos una competencia en la que tenemos una cierta nota cada año, como si el objetivo fuera un premio por una cifra alcanzada y no la mejora de la educación en nuestros niños, como un proyecto complejo a largo plazo y de continuo esfuerzo.
Cultura de la Anticipación
Otra de las ideas generales que enfatizó Mario tenía que ver con la necesidad de desarrollar una cultura de la ANTICIPACIÓN. Esto tiene mucho que ver con lo recién comentado sobre la mirada holística la cual también debe incluir el futuro. Considerando la aceleración abrumadora del progreso tecnológico casi no tiene sentido enseñarle a los estudiantes de pedagogía los nuevos recursos TIC disponibles actualmente como si fueran el material que ocuparán cuando sean profesionales. LA tecnología de hoy será obsoleta en unos cuantos años más y no sólo lla aplicación, sino que también el dispositivo en sí o la lógica comunicativa. Por ello más que conveniente, es vital y urgente comenzar a imaginar lo que serán las nuevas tecnologías en 5, 10 o 20 años más, para formar correctamente a los futuros maestros. Pienso que esto significa que más que centrarnos en las tecnologías implica promover la creatividad, la adaptación, desarrollar la capacidad de ver las necesidades, los recursos disponibles y lo que motiva a los jóvenes, ya sea en 2 o 40 años más.
Otra de sus observaciones tienen que ver, a mi entender, con un problema de actitud por parte de los investigadores, de quienes hacen políticas públicas y de nuestra sociedad en general y se relaciona bastante a la excesiva competitividad y ansiedad que nos afecta como cultura. Y es que a veces parecemos incapaces de valorar lo que sí se ha hecho bien. No se trata de ser conformistas ni ridículamente triunfalistas, sencillamente de evaluar sinceramente los pasos que se han dado bien o mal para entender el proceso y ver por donde hay que seguir, en qué hay que retroceder o en qué nos falta mucho. Muy distinto a esto, en Chile solemos compararnos compulsivamente a países de contextos tremendamente distintos y desvalorizar el enorme trabajo que sí se ha hecho. Que seamos un país líder en la región con respecto a las experiencias innovadoras en TIC no cayó del cielo sino que hubo mucha gente que trabajó por ello, y si no entendemos eso y no se reconoce el trabajo de la gente será difícil que se siga estimulando a los investigadores, administrativos o docentes para las próximas innovaciones. Esta misma actitud negativa y sesgada nos impide también ver este trabajo de mejoras educativas como un PROCESO, y más bien lo consideramos una competencia en la que tenemos una cierta nota cada año, como si el objetivo fuera un premio por una cifra alcanzada y no la mejora de la educación en nuestros niños, como un proyecto complejo a largo plazo y de continuo esfuerzo.
Cultura de la Anticipación
Otra de las ideas generales que enfatizó Mario tenía que ver con la necesidad de desarrollar una cultura de la ANTICIPACIÓN. Esto tiene mucho que ver con lo recién comentado sobre la mirada holística la cual también debe incluir el futuro. Considerando la aceleración abrumadora del progreso tecnológico casi no tiene sentido enseñarle a los estudiantes de pedagogía los nuevos recursos TIC disponibles actualmente como si fueran el material que ocuparán cuando sean profesionales. LA tecnología de hoy será obsoleta en unos cuantos años más y no sólo lla aplicación, sino que también el dispositivo en sí o la lógica comunicativa. Por ello más que conveniente, es vital y urgente comenzar a imaginar lo que serán las nuevas tecnologías en 5, 10 o 20 años más, para formar correctamente a los futuros maestros. Pienso que esto significa que más que centrarnos en las tecnologías implica promover la creatividad, la adaptación, desarrollar la capacidad de ver las necesidades, los recursos disponibles y lo que motiva a los jóvenes, ya sea en 2 o 40 años más.
Por otra parte el exponente argentino también indicó que es
importante considerar las diversas brechas que hay que superar, pues
lamentablemente a veces lo macro se mejora pero en la práctica no repercute
como se esperaba. Así identifica las siguientes brechas de las que debemos ser
conscientes:
-
Del diseño de Políticas educativas à a la realidad de la
Formación inicial docente en la universidad, donde hay un choque con las
condiciones de la universidad, los alumnos, los profesores que quizás no están
capacitados para esta formación innovadora de futuros maestros, etc.
-
De esa formación de maestros à a la Escuela en que
finalmente ejercen, la cual constituye un contexto complejo social, cultural,
geográfico, etc.
-
De lo que se trabaja en la Escuela à a la realidad social
en que está inmerso el niño, su familia, su barrio, su entorno en general.
Si no somos consciente de esto podemos caer en el error de
pensar que la innovación se reduce a un cambio de políticas públicas o a lo más
en la universidad, cuando en realidad es una tarea titánica con varios niveles
de complejidad.
Por otro lado se habló de lo fundamental que es en todo este
asunto el ROL del docente, tanto en la escuela como en la FID. Y es que no
parece estar demasiado claro cuál es el modelo de autoridad con que trabaja un
docente ahora en el aula, hasta dónde puede llegar en esta titánica tarea, si
se espere que domine todos los contenidos o más bien sea un guía para que los
alumnos los descubran. De modo que definir este ROL es básico para centrarnos
en los objetivos reales del maestro.
Otra cuestión interesante para discutir es reformar los
ESPACIOS de aprendizaje en la FID:
-
Que faciliten la cooperación
-
Que sean parecidos a los lugares de trabajo
donde se desarrollarán en el futuro
-
Que estén “naturalmente” enriquecidos con TIC
-
En los que se promueva la iniciativa, interés e
indagación.
Esto evidentemente tiene que ver con romper las formas del
aula clásica, con las sillas en fila donde los alumnos se dan la espalda y
deben quedarse quietos en su lugar. Los espacios deben dar cuenta de lo que se
pretende hacer en ese lugar, si se pretende trabajar en equipo, distribuir
distintos roles para un trabajo grupal, o trabajar naturalmente con las TIC, la
sala debe ser repensada.
* Organizado por el MINEDUC, a través de sus organismos Enlaces, Centro de Educación y Tecnología y la mesa de FID con TIC, en la U. Católica (Santiago).
* Organizado por el MINEDUC, a través de sus organismos Enlaces, Centro de Educación y Tecnología y la mesa de FID con TIC, en la U. Católica (Santiago).
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